En un mundo sobrepoblado, elegimos la simplicidad. En la era del exceso, practicamos el minimalismo como filosofía. Tres cabañas de piedra y madera con grandes espacios entre ellas. Naturaleza autóctona. Ventanas que enmarcan las cumbres. El río a 300 metros. Una cancha para jugar en familia. Una parrilla donde el fuego es ritual. Nada más. Nada menos.

Porque descubrimos que el verdadero lujo, no está en spa sofisticados ni programas estructurados. Está en tener tiempo para los tuyos. En despertar sin prisa. En contemplar montañas milenarias. En recordar quién eres cuando te permites simplemente habitar un hermoso lugar pensado para tu descanso.